martes, 30 de junio de 2009

La Batalla Histórica




Este 30 de junio los mexicanos celebramos un acontecimiento conocido como “La Batalla Histórica”.

Cuentan los guardianes del Conocimiento que en aquellos tiempos de la invasión. Hernán Cortes y sus compinches habían asesinado al gran Tlatoani Moctezuma y a más gobernantes del Imperio Azteca mientras celebraban una ceremonia en el templo mayor. Los invasores se encerraron en el palacio de Axayacatl tomándolo como fuerte. Los ataques del Cihuacoatl de México Tenoschtitlan eran incesantes sobre los invasores, más no lograban penetrar al refugio de estos para hacerlos salir. El Cihuacoatl esperaba que ellos salieran de allí una vez que sus provisiones se terminaran, pero cuando esto ocurrió Cortes y sus hombres, comenzaron a matar prisioneros para comer sus carnes, alegando que eran indios, es decir hombres sin dios, sin alma y por lo tanto animales, los cuales podían ser alimento de él y sus tropas.

Por orden del gobierno imperial, ahora a manos de Cuitlahuac (Serpiente sabia que cuida las puertas del cielo) la gente se encerró en sus casas una tarde en que los negros nubarrones amenazaban con dejar caer una tormenta sobre la Magna Tenochtitlan. Estas eran medidas tomadas para que los invasores se confiaran y salieran de su guarida en busca de la libertad.

Cortes, creyendo aprovechar la noche y el mal tiempo, decidió abandonar el palacio de Axayacatl y tomó una de las calzadas que lo conducirían a las afueras de Tenochtitlan. Debido al mal tiempo, muchos invasores resbalaron por los bordes cayendo al interior del lago, su pesada carga de oro robado a los aztecas, mando a muchos de ellos hasta el fondo.

Cuando los invasores llegaron a un pequeño montículo se agitó la flama de una tea, era la señal de que los soldados cristianos se encontraban en el lugar. El estruendo de las caracolas y los teponastles indicaban al ejército mexicano tomar sus posiciones. Al oir las caracolas los invasores supieron de la presencia de los guerreros mexicanos y que esta batalla en campo abierto los ponía en igualdad de condiciones. Tocaron las trompetas de guerra para levantar los ánimos de su gente. Colocaron sus cañones en lugares estratégicos así como sus ballesteros y arcabuceros.









Los guerreros mexicanos al mando de Cuitlahuac, se acercaron hacia ellos de forma indetectable. Los invasores se percataron de su llegada sólo cuando los primeros proyectiles comenzaron a hacer blanco en sus soldados.

Inmediatamente Cortés ordeno que los cañones abrieran fuego, lo que encendió los ánimos de los soldados cristianos. Pero el fervor les duro poco, pues pronto se percataron de que los guerreros con águila, tigre y lobo caían sobre ellos diezmando su caballería, decapitando de un solo tajo a jinete y caballo.

Al darse cuenta de que ya no tenían ni la más minima esperanza de ganar la batalla los capitanes invasores: Hernán Cortés, Pedro de Alvarado, Nerváez, Bartolomé de Olmedo y demás clérigos salieron huyendo del lugar. Abandonando a sus tropas a su suerte. Sólo unos cuantos pudieron seguir el ejemplo de sus capitanes. Los demás fueron masacrados por las tropas mexicanas al mando del Invencible Guerrero Cuitlahuac, como castigo por sus crímenes contra México.




Más información en el libro "Sagrada Historia Mexicana" y en la revista GEFAO.






No hay comentarios.: