sábado, 17 de abril de 2010

Voluntad y Mentiras.

En la actualidad es muy común que la gente mienta y engañe. Desde las grandes empresas de producto inservibles en cuya publicidad te anuncian las mil maravillas y beneficios que te dan hasta los pretendientes que conquistan mujeres con falsas promesas o imágenes de si mismos. En nuestra sociedad eso es muy común y hasta cierto punto tolerado sin embargo esta es una de las causas que transforman al mundo en una apestosa cloaca.

Se dice que los guerreros del México Ancestral podían cambiar casi todo, incluso decidir el momento de su muerte, pero lo único que no cambiaban era su palabra. Dentro de su disciplina guerrera y su elevada moral de poder el engañar y mentir a los semejantes era un acto reprobable, ya que generalmente la mentira está originada por el miedo a mostrarse tal y como uno es, y si uno teme a lo que es, se debe a que hay algo que sabe que no está haciendo bien pero lo justifica y lo esconde a través de una mentira. El que miente se miente a sí mismo.

Así mismo, la mentira mitiga el crecimiento espiritual del guerrero el cual persigue el desarrollo de la virtud suprema, la voluntad. Y no hay voluntad alguna en la mentira sino todo lo contrario, el que miente niega la voluntad. Por ello, para fomentar el cultivo de la misma el guerrero adoptaba la virtud de la veracidad.

El Dios Huitzilopochtli Mexi es reconocido como la misma voluntad hecha hombre.

La voluntad se desarrolla con la congruencia entre el pensar, hablar y actuar. En la mentira no hay congruencia. Una persona congruente poco a poca transforma sus pensamientos en actos o en materia, esto a su vez le va dando solides y aplomo lo cual le trae control de si mismo. De esta forma va quedando inmune al contagio de las emociones negativas de las demás personas. Actualmente a esto se le conoce como Inteligencia Emocional la cual es la verdadera responsable del éxito en la vida, sobrepasando por mucho al Coeficiente Intelectual.

Por ultimo un caballero no miente, puede utilizar la diplomacia, que es saber decir las verdades sin ofender a la otra persona. Como me lo dijo alguna vez un señor de muy peculiar que conocí en la calle de nombre Miguel. “Si tu vez que fulanita se viste muy feo no le vas a decir eso, mejor le dices: fíjate que vi en una tienda del centro un vestido que se te vería muy bien, así no mientes y no la ofendes”.

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